viernes, 7 de septiembre de 2007




"Mi trabajo está hecho, y me acuesto para morir;
Cansado y desgastado por el viaje, anhelo descansar;
Di sólo la palabra, amado Señor, y yo volaré,
Como paloma dejada en libertad, para anidar en Tu pecho.
'Todavía no, hijo mío; espera un poco más,
Yo quiero que veles en oración a las puertas de la gloria.'

Pero, Señor, no tengo fuerzas para velar ni para orar,
Mi espíritu está entorpecido y turbia es mi mirada;
Y voy a entristecer Tu amor despierto, como lo hicieron
Quienes en el huerto dormían, aquella noche pascual.
'Hijo mío, yo necesito tu debilidad, cada hora
Para manifestar en Mí, que tu debilidad es poder.'

No es por mí que hago esta petición,
Seres amados, por mí, pierden la floración sin par de vida;
Y tiernos, pacientes, sin quejas, silenciosos,
Desgastan su gozo en mi aposento oscurecido.
'Basta, hijo mío; Yo necesito su amor a ti;
Alrededor de tu lecho, Me ministran a Mí.'

Es suficiente, amado Señor, sí, Amén;
No soltaré más ningún murmullo ni objeción;
Sólo completa Tu obra en mí, y entonces,
Llámame, y pídeme que responda: "heme aquí."
'Hijo mío, la señal que esperaba ha sido dada:
Tu obra está terminada; ahora te necesito en el cielo."